Nota del Editor: El siguiente artículo fue publicado anteriormente.
Ya Puerto Rico se encuentra otra vez en período electoral y los profetas del estatus comenzaron de nuevo con su discurso. “¡Estadidad ahora!” gritarán algunos. Alegan que los populares son independentistas disfrazados o que se tienen que definir ya. Dirían que la estadidad o la independencia está más cerca que nunca (según sea el caso) y que sólo falta elegir nuestros congresistas o boicotear a la Junta de Control para hacerla realidad. Pero tal como ha pasado durante los últimos 50 años, pasarán las elecciones, hará el juramento un nuevo gobierno y pasará otro ciclo electoral sin cambio alguno.
La verdad es clara: simplemente no existe interés ni ambiente en Washington para discutir el estatus y no existe un consenso claro y contundente en Puerto Rico sobre obligar la discusión. El que canta lo contrario está jugando con las emociones del electorado. Reconocer esto es difícil ya que va en contra de nuestra cultura política. No hay que mirar lejos para verlo: al final de julio nada más, las acciones de las convenciones republicanas y demócratas (o falta de) nos demostraron bastante.
Aunque es cierto la convención republicana aprobó en su plan de gobierno lenguaje favorable hacia la estadidad, fue aún así atada a otra consulta plebiscitaria. Cabe señalar que dicha postura ha formado parte de las plataformas republicanas desde el 1940 y que aún así, no es vinculante para los funcionarios electos. El asesor de política pública y enlace con los territorios de Donald Trump fue más allá y preguntó, “¿quién se lee esto?” También opinó que la estadidad para Puerto Rico se trata de “un largo camino” y que la situación fiscal “no ayuda”. Trump se ve más empeñado en sacar latinos de los Estados Unidos en vez de anexar más.
Mientras tanto, la convención demócrata aprobó un lenguaje genérico, alabando la autodeterminación de los puertorriqueños para escoger un modelo de estatus “que no entra en conflicto con la Constitución, leyes y política pública de los Estados Unidos”. (Vale señalar que la colonia es un estatus totalmente permisible dentro del marco jurídico federal). Añade a esto que Hillary Clinton ya ha vivido por dos términos en la Casa Blanca, fue electa al Senado de los Estados Unidos y fue Secretaria de Estado sin hacer absolutamente nada para cambiar el estatus de Puerto Rico.
Simultáneamente esa misma semana, WikiLeaks reveló sobre 19,000 correos electrónicos internos del Partido Demócrata y sobre 30,000 correos electrónicos de Hillary mientras fue Secretaria de Estado. Este monolítico archivo de correspondencia les otorga a la comunidad internacional y al público en general una oportunidad de las verdaderas actitudes del gobierno federal hacia los temas del día. Sin embargo, no hubo absolutamente discusión sobre la cuestión del estatus de Puerto Rico. Inclusive, cuando preguntaron a la presidencia del partido si se quería expresar sobre Puerto Rico, su director de comunicaciones contestó con una línea: “lol, pls no”, ó “jajaj, por favor no”.
Todo esto no significa que se debe restar méritos de la descolonización o sus varias alternativas y tampoco significa que la gente debe parar de luchar por sus alternativas de estatus. Lo que sí significa, es que debemos reconocer al discurso político de la campaña electoral por lo que siempre ha sido: promesas vacías de campaña y retórica.
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Luis Gallardo is a municipal legislator from Puerto Rico. He has an MPA from Valdosta State University and a JD from the University of Puerto Rico. You can tweet him at @LuisGallardoPR.