Desde Honduras…
La derecha hondureña fue la única que nunca aprendió con los sucesos del 2009 cuando dieron el primer golpe de Estado del siglo en América Latina. Esos, que entonces se consideraban defensores de “la democracia” y que aprovechando la insipiente dignidad del instituto político del Partido Liberal dieron el zarpazo con el apoyo de las Fuerzas Armadas, son los mismos que hoy lo quieren dar de nuevo pero esta vez en contubernio con el otro instituto político, el peor de todos, el partido nacional.
En este momento coyuntural de Honduras esa oligarquía pensó que podía hacer lo mismo pero olvidaron que, con los acontecimientos del reciente 2009 y el golpe de Estado, el nivel crítico y el proceso de emancipación política de la población trascendió a otros estadios, más allá de los partidos políticos, más allá de las personas, más allá del simple ejercicio del sufragio electoral. La gente salió por la patria, por el respeto al estado de derecho, por la democracia.
De manera que lo que tenemos ahora es el acumulado de un proceso sistemático de aprendizaje en donde los y las hondureñas, a partir de una lectura cotidiana y más exhaustiva de la realidad, se fue dando cuenta del secuestro histórico que estos institutos políticos le han hecho a la democracia y, finalmente, se convenció que ante el robo en las urnas las calles son las respuestas.
Solo el pueblo salva al pueblo
El pueblo hondureño perdió la fe en la institucionalidad, en los liderazgos populistas y lisonjeros y en los Organismos Internacionales. El pueblo se dio cuenta que solo cuenta consigo mismo y que en la democratización del Estado su participación es mucho más que en el acto del sufragio.
La salida a las calles no ha respondido a ninguna estrategia de la oposición, al contrario creo que la oposición misma se siente sorprendida de lo que está pasando con el pueblo. Pues es el pueblo, desde sus mismas lógicas organizativas locales y, en el absoluto convencimiento de que le roban su democracia que ha salido a recuperarla.
En adelante cualquier liderazgo que se quiera atribuir los logros de este proceso de resistencia social y, con ello, llegue a ostentar un cargo público debe saber, sin duda alguna, que este pueblo ya no será más el manso borrego que va al matadero, en adelante se define y se planta hasta donde lo considera necesario.
De manera que volviendo los ojos al tribunal una declaración de ganador a favor de Juan Orlando Hernández solo terminará de provocar el incendio que en la chispa popular se germina. Ahora no es asunto de que este o aquel pueden parar las cosas, ahora es un pueblo, con unas convicciones claras y generando sus propias condiciones quien esta diciendo basta ya.
Cuidado con las cortinas
Ante el eventual triunfo del pueblo en las calles y la resistencia pacífica y digna asumida la derecha se dio cuenta que tiene que cambiar de estrategia. Este fraude y este asalto a la democracia se les esta yendo de las manos. Allan un Psicólogo Social, Salvadoreño, mi amigo me decía —parafraseándole— que en nuestros pueblos que históricamente han sido regados con su propia sangre merecen mucho más que los mendrugos de una aparente buena voluntad y yo le creo, por que la historia me enseñado a dudar de los milagros desvinculados del pueblo y producidos por el miedo. Sin duda la podredumbre de todos los cadáveres que a lo largo de la historia hondureña ha asesinado la derecha no se pueden borrar con una repentina llovizna de arrepentimiento y reconocimiento del la soberanía del pueblo.
Para mi es demasiada coincidencia la sublevación de las fuerzas básicas de la policía nacional y el comando especial cobra, la entrega de un pronunciamiento de la Embajada sin embajador de los Estados Unidos, el amotinamiento en un cárcel en la ciudad de El Progreso con sus trágicos saldos de muerte, en un momento en el que debíamos enfilar hacia por un lado el reclamo justo de las demandas penales contra los que cometieron los actos violatorios de Derechos humanos de la Policía Militar y la Policía Civil y por el otro a no perder de vista el objetivo del recuento de votos y el respeto ciudadano a lo que como pueblo decidió en las urnas.
Tengo la sospecha profunda de que acá ya entró en juego la política intervencionista gringa y sus piezas en el engranaje social hondureño han comenzado a moverse. Quien da el mayor financiamiento al ejercito hondureño con el pretexto de lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, quien le vende las armas para esa lucha antinarcóticos y quien lo entrena pues son precisamente el gobierno de los Estados Unidos.
De manera que ante el cuestionamiento internacional saldrá, sin duda alguna, salpicado el gobierno de los Estados Unidos y eso no les conviene. No les conviene por que es en Honduras en donde ellos han concentrado su poder hegemónico regional, somos el único país que les soporta tener siete bases militares, incluida la de PALMEROLA, y somos los únicos que les quedamos en la región para experimentar con golpes de estado y políticas económicas como lo ha registrado la historia pasada y en la reciente con el golpe de Estado del 2009 y el programa triángulo norte en el 2014 hasta ahora.
Es decir que para mí la desmovilización de la policía puede ser un cambio táctico que no les aparta en lo absoluto de la estrategia. La estrategia responde a una diezmada política internacional gringa que se mueve en la región donde ha perdido fuerza para buscar recuperarla, Latinoamérica. Y, en el lado más nacional, esta puede ser la jugada que siempre ha esperado Juan Orlando Hernández para promocionar su Policía Militar del Orden Publico, cuya línea de mando infiltrada por el histórico batallón 3-16 que orquestó aliado con la política de seguridad nacional y contra insurgente de los Estados Unidos la mayor cantidad de desaparecidos de la historia hondureña. En las siguientes acciones esta teoría se podrá poner en evidencia, cuando en las manifestaciones vuelvan los infiltrados del partido nacional a provocar los saqueos y no haya que policía usar, entonces ellos saldrán como los salvadores de la seguridad nacional.
No desmovilizarnos la única salida
El pueblo hondureño solo tiene una ruta y es la toma continua y sin pausas del poder en las calles. Si el pueblo se desmoviliza, el pueblo pierde. Se hace menester cuidarnos no solo de los infiltrados sino de las acciones tácticas que nos llevan a perder el rumbo.
No es posible que después de tantos golpes, muertes y represión violenta hoy vamos embelesados siguiendo la música del flautista de Hamlet. Tenemos que volver al cauce, asumirnos en el cauce y con la fuerza de los ríos y las guardianas ancestrales reconstruir de una vez y para siempre la historia.
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Héctor Efrén Flores es abogado. Trabaja para una fundación de educación en Honduras. Es poeta regional y ensayista escribiendo sobre la resistencia en contra la opresión. Lo puedes seguir en Twitter: @hefrenf.