Por Eliván Martínez Mercado
UTUADO, Puerto Rico — José Gil de Lamadrid, dueño de una lavandería en el casco urbano de Utuado, llegó de un paseo dominical, se bañó, se sentó frente al televisor a ver lucha libre y hubo un apagón. Dice que esperaba que la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) lograra que la luz se fuera menos. Pero en los primeros tres meses en que la empresa LUMA ha operado la transmisión y la distribución del sistema eléctrico en Puerto Rico, ha tardado casi el doble en restaurar el servicio, en comparación con el tiempo que le tomaba a la corporación pública.
Gil ha visto que el tiempo de espera se ha exacerbado junto con los apagones. El lunes en la mañana abrió la lavandería, pero al mediodía volvió a fallar la electricidad. Las máquinas de secar, de planchar y de remendar no se pudieron usar en toda la tarde. No pudo hacer nada en su taller de trabajo. “Me afecta un montón porque la gente quiere las cosas para ayer”, dijo. “Cerré y me fui”.
El primer informe de las métricas de confiabilidad de LUMA ilustra parte de la historia que viven miles de puertorriqueños como Gil, mientras se pone a prueba la alianza público privada con la empresa contratada para transformar el sistema eléctrico.
El índice CAIDI (Customer Average Interruption Duration Index, en inglés) promedia el tiempo en que una compañía eléctrica, en este caso LUMA, repara las interrupciones. Mientras menor sea la cifra, mejor para el cliente. Para los meses de junio, julio y agosto de 2021, fue de 323 minutos. El año anterior, en esos mismos meses, cuando la AEE aún administraba el sistema de transmisión y distribución, el índice era bastante menor: 155 minutos. En 2019, eran 152 minutos. En EE. UU., el promedio es de 82 minutos.
El Laundry Lamadrid de Utuado lleva 70 años de operaciones, de los cuales José ha trabajado por medio siglo, tras heredar el negocio de sus padres. Dejando fuera los meses a oscuras del huracán María, Gil no recuerda haber vivido en Utuado tanta inestabilidad en el sistema eléctrico.
“El deterioro bajo la administración de LUMA es palpable… Ese índice CAIDI claramente tiene un componente que cuestiona hasta qué punto el personal de LUMA es suficiente y está entrenado para hacer el trabajo”, dijo Agustín Irizarry, profesor de ingeniería eléctrica en el Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, y exrepresentante del consumidor ante la Junta de Gobierno de la AEE. “En términos de confiabilidad, estamos peor. Y esto es usando los datos que entrega LUMA”, añadió Irizarry.
La métrica del CAIDI no incluye los apagones causados por los llamados relevos de carga o interrupciones que hace la compañía eléctrica cuando hay mucha demanda y poca generación, según informó la AEE en mayo al Negociado de Energía de Puerto Rico (NEPR). La industria no suele incluirlos, explicó Irizarry. Eso significa que los apagones que experimenta el cliente son más que los reportados. “Por eso, para la gente, esos números se sienten peor”, añadió Irizarry.
El cálculo de CAIDI para el primer trimestre de LUMA surge de un análisis de datos del Centro de Periodismo Investigativo (CPI) para el cual consultó al doctor Irizarry y a Cathy Kunkel, analista de energía para Cambio, una organización no gubernamental que aboga por la sustentabilidad energética para Puerto Rico. Los números base se obtuvieron del primer informe trimestral sobre las métricas de confiabilidad que suministró LUMA al NEPR el 20 de septiembre.
Debido a que mide el tiempo que le toma a LUMA resolver una interrupción, CAIDI es el índice más relevante para el consumidor, y el que mejor mide el desempeño de la empresa, según Irizarry. Pero el contrato de la AEE con LUMA no exige que la compañía mejore esta métrica dentro de los primeros cinco años. Y, aunque no tiene que mejorarla, este es precisamente el indicador que LUMA quiere dejar de reportar.
Al cierre de esta edición, LUMA no respondió preguntas técnicas sobre el proceso de recolección de sus datos, si contaron los apagones no selectivos provocados por las plantas de generación y a qué se debe que el CAIDI se haya duplicado de 2020 a 2021. El NEPR indicó al CPI que aún se encuentra evaluando las métricas sometidas por LUMA. “El Negociado está bien claro de que tenemos que mirar los números con cautela para evitar que se estén subestimando o sobreestimando las cosas”, dijo la comisionada Lillian Mateo.
Dónde se siente más el apagón
Las regiones de distribución de electricidad que más tiempo esperaron para que les restauraran el servicio en junio, el primer mes de LUMA, fueron Yauco, Utuado y San Germán, con índices de CAIDI que excedieron los 900 minutos. En el mismo mes en 2020, las que más esperaron por la luz fueron las de Utuado, Yauco, Barranquitas y Aguadilla, con un CAIDI que excedía los 200 minutos.
En la Cooperativa Industrial de la Montaña, en Utuado, quince personas cosen para compañías de ropa y además hacen uniformes para la AEE (que les debe unos $4,000). En la transformación de la AEE, perdieron parte del negocio porque LUMA no las ha contratado para que sigan haciendo uniformes. Por las dificultades económicas, mantienen una deuda con Compañía de Fomento Industrial por el alquiler de las instalaciones. “Estamos teniendo más problemas desde que entró LUMA”, dijo Carmen Borrero, administradora de la cooperativa. En la fábrica hay una planta eléctrica de emergencia pero solo les da para energizar dos máquinas de coser. Un apagón significa que el limitado negocio que tienen se paraliza, lo que les causa aún más problemas para generar ingresos.
En la Farmacia Cintrón, también localizada en el casco urbano de Utuado, tenían una planta eléctrica programada para encender por sí sola cuando hubiera un apagón. De tantos que hay, ahora la activan a mano, para evitar que se encienda de noche cuando se vaya la luz una vez más, y que no se les acabe el diesel.
Durante los primeros tres meses de LUMA, también empeoró el índice SAIDI (System Average Interruption Duration Index), que se refiere al tiempo total en que un cliente tiene interrupción de servicio eléctrico. Fue de 177 minutos para todo Puerto Rico en junio, de 139 para julio y de 104 minutos para agosto de 2021. En 2019, las métricas eran mucho mejor: de 60, 65 y 69 minutos, respectivamente.
El índice SAIFI (System Average Interruption Frequency Index), que mide la cantidad promedio de interrupciones que el cliente experimenta, parecía que no iba mal en 2019 en Puerto Rico. La AEE reportó un SAIFI menor a 1.1 interrupciones en todas las regiones en junio, julio y agosto. En los mismos meses en 2021, bajo LUMA, los números fueron .40, .43 y .47, respectivamente. Irizarry dice que sólo en esta métrica LUMA está relativamente bien. El informe no incluye septiembre.
Para la comparación de las métricas de LUMA con las de la AEE, se escogieron los mismos meses en años diferentes. En verano suele haber problemas con los apagones porque aumenta la demanda de energía mientras la generación es limitada.
Sin embargo, si se comparan los primeros tres meses de LUMA con los últimos tres de la AEE, también se puede ver el deterioro en el servicio que han recibido los clientes, sostuvo Kunkel.
El CAIDI para todo Puerto Rico fue de 138 de minutos de marzo a mayo de 2020, mientras que ascendió a 323 bajo LUMA en sus primeros tres meses.
“Es muy notable que en cada región el SAIDI y el CAIDI son peor con LUMA”, apuntó.
¿Quién tiene la culpa de los apagones?
A pesar de que LUMA arrancó con malos números en el índice CAIDI y en SAIDI, no es responsable de todos los apagones de este verano. Algunos de estos se deben principalmente a problemas en las plantas de generación de electricidad, que hasta ahora administra la AEE.
La noche del domingo, 26 de septiembre, sobre 140,000 clientes como Gil y las costureras de la Cooperativa Industrial se quedaron sin electricidad hasta el día siguiente, debido a que el sargazo tapó los sistemas de la Central Aguirre, en Salinas, y Palo Seco, en Toa Baja, según la AEE. El lunes también se reportó la rotura de una caldera en la Unidad 3 de la Central Palo Seco. Al mismo tiempo se mantenían fuera de operación la Unidad 5 de la Central Costa Sur, en Guayama, y la Unidad 6.
El problema de fondo en la infraestructura de generación, transmisión y distribución es que está prácticamente obsoleta, ha habido malos manejos administrativos de la AEE bajo los dos partidos gobernantes y la corporación pública se encuentra en bancarrota. El remate lo dio el huracán María, que afectó prácticamente la totalidad del sistema de transmisión y distribución.
Los números de confiabilidad de los primeros tres meses de LUMA demuestran que aún está por probarse. Irizarry recordó que no se le debe tirar la toalla. “LUMA no está a cargo de la red hace tres meses. Empezó la transición hace un año y tres meses. El día en que arrancó, dejó sin electricidad a todo el país”.
Solo cuando la luz se va por problemas con una línea de transmisión, distribución o de despacho de la electricidad, es responsabilidad de LUMA, pues esa es su función según el contrato vigente.
¿Por qué si no controla la generación, solo la transmisión y distribución, se le pasó a LUMA el rol de servicio al cliente, que conlleva tener responsabilidad de unas deficiencias que no están bajo su control?
Robert Poe, miembro de la Junta de Gobierno de la AEE, explicó que LUMA se encarga del servicio al cliente porque este suele ofrecerlo la empresa que administra la distribución, que es la que le lleva la electricidad hasta la casa del consumidor. El contrato pone a LUMA como representante de la AEE ante el Negociado de Energía, aunque no sea responsable de todo lo que pasa. “Es la comunicación constante sobre las cosas lo que hará que esta operación tenga éxito”, añadió.
Para Luis A Gierbolini, presidente de la Cámara de Comercio de Puerto Rico, puede ser que a LUMA “el tiro le esté saliendo por la culata”. “Este análisis, de lo que ellos en realidad son responsables, la gente no lo hace porque no tiene toda la información. Creo que los directivos de LUMA no han sabido llevar el mensaje, quizá no conocen a Puerto Rico. Ellos mismos se han buscado ese problemón”, opinó Gierbolini. “No explican bien, no se defienden, no hablan. Cogen todo el cantazo ellos. La Autoridad está calladita la boca”.
Tras el mal estado del sistema energético que había administrado la AEE, la Cámara de Comercio se pronunció a favor del contrato con LUMA. Pero Gierbolini criticó en un comunicado el que la empresa haya solicitado un aumento en el costo de la electricidad. “Ese mejor funcionamiento del sistema eléctrico no puede ser a base de aumentos en la luz recurrentes y exorbitantes”, dijo al CPI. “La gente no está dispuesta a seguir pagando más y necesitan que el asunto de los apagones se resuelva, sea culpa de quien sea”.
En este momento la corporación pública es la principal suplidora de energía en conjunto con compañías que subcontrata para generación, como la carbonera AES y Ecoeléctrica, de gas natural. Sin embargo, en el futuro, se supone que la AEE sea un actor más, porque deben haber otras empresas privadas que suministren energía renovable.
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